Los sellos elementales von Hawner ================================================================================ Kapitel 10: Un tremendo poder ----------------------------- Kaminari observaba al nuevo invitado con rabia. Había estado a punto de culminar su juego, y lo habría conseguido de no ser por su repentina intervención. Esa mujer de mirada felina estaría muerta junto con sus compañeros. Dios, necesitaba matar a esa maldita mujer! Se había burlado de él, del grandioso señor del rayo! La castigaría matándola lentamente. Ya había demostrado ser la más rápida de esos tres, así que empezaría cortándole los tendones de los tobillos para que no pudiese moverse a ningún sitio. Una vez fuera del combate, se encargaría fácilmente de los otros y los mataría delante de ella, siendo su turno el último de todos. Si, eso haría. Disfrutaría mucho, seguro. Pero ése nuevo individuo… Esa mujer parecía tener mucha confianza en él. Tal vez era poderoso. Llevaba uno de esos Haori de capitán. Y qué demonios había sido eso que le había atacado? Parecían pétalos de flores de cerezo. Bah, eso no importaba. Si ése era su poder, no era para nada fuerte. Con una leve subida de potencia eléctrica a su protección bastaba para deshacerse de lo que fueran esas cosas. “Así que tenemos un idiota más con el que jugar? Me parece perfecto. Cuantos más vengáis, más podré matar. “Realmente piensas que por tener un sello en tu poder puedes ganar? Realmente pareces un novato.” La mujer con ojos de gato sonreía con suficiencia mientras se volvía a burlar de él. “Ése es el que lleva el sello? En ese caso mi deber es derrotarte y quitártelo. Si me lo entregas sin más tu sangre no será derramada y te llevaré ileso ante el comandante del mundo elemental para que pueda juzgarte.” Ese último comentario de Byakuya hizo hervir de rabia a Kaminari. ”Y como piensas quitármelo? Soy más veloz que cualquiera de vosotros y tengo mucho más poder, estúpido!“ “Ciertamente eres muy rápido. Mucho más que yo, debo admitir.” Yoruichi seguía sonriendo mientras admitía que su velocidad no podía rivalizar con la de él. ”Sin embargo tienes un defecto que te quita toda la ventaja que te da la velocidad. “Un defecto? No digas estupideces, mujer!” “Si no te lo crees de labios de una mujer, entonces no tendrás problemas si te lo dice un hombre.” Byakuya volvió a intervenir, pero no en defensa de la excapitana como Ichigo y los demás pensaban. Intervenía simplemente por el hecho de que su enemigo se diese cuenta de la superioridad del Kuchiki al ser capaz de percibir algo que el otro no. ”Tienes un gran defecto. Solo he visto unos instantes tu estilo de lucha y lo he notado. Me sorprende mucho que tú mismo no. Aunque tal vez Yoruichi esté en lo cierto y no seas más que un simple novato con un poder que no merece.” Una gruesa vena llena de ira palpitaba en la sien del poseedor del sello del rayo. A cada segundo que pasaba su instinto asesino le pedía mayores y más dolorosas torturas para esa pareja que no cejaba de tratarlo como si fuese un inútil. En ese momento acarició inconscientemente en mango de su zanpakuto y tuvo una idea. Se lo habían prohibido, pero si iba a jugar con todos ellos mejor disfrutar lo máximo posible. Sobretodo del sufrimiento que les impondría a ese par de malditos. “Si tan novato e inútil pensáis que soy, no os importará que os demuestre lo contrario a mi manera. ARRANCÁNDOOS CADA CENTÍMETRO DE VUESTRO CUERPO CON MIS PROPIAS MANOS!” Giró la hoja de su espada sobre su mano y la cogió al revés, con la punta mirando hacia abajo, con las dos manos en la empuñadura y en una postura como queriéndola clavar en el suelo. “UMI TO SORA O HAKAI SHIRO, RAIJIN!” (Destruye el cielo y el mar, Raijin!) Una tormenta relampagueante se desencadenó alrededor del Kaminari que obligó a todos a apartarse varios metros para evitar ser alcanzados por alguno de los rayos. Tras unos segundos el número de relámpagos se redujo dejando a la vista el cambio que el arma de Arashi había sufrido. Una lanza dorada con una gran triple punta de acero sustituía a la esbelta hoja de la katana que era antes. Todo el mango dorado estaba decorado con relámpagos en relieve que parecían brillar con un leve fulgor. La triple punta de acero tenía el tamaño de un torso humano. Las dos puntas laterales se abrían hacia los lados ligeramente formando esquinas rectas mientras la punta central sobresalía sobre las otras dos. El arma parecía gritar “relámpago” solo por su aspecto. Algo que todos notaron es que una cosa no había cambiado con la liberación. El contenedor del sello seguía igual, enganchado donde la hoja de acero y el mango se unían. Y dos luces brillaban en una esquina del armazón. En lo que se tarda en parpadear la figura del poseedor del rayo desapareció de la vista, volviendo a aparecer ante una sorprendida Hana con media rodilla incrustada en su abdomen y desapareciendo de nuevo. La joven, lanzada contra el tejado en el que se encontraban, y al igual que Renji antes que ella, escupió sangre debido a la fuerza del golpe. “Hana!” Ichigo se arrodilló preocupado junto a ella, a lo que una gran punta de acero proveniente de una lanza se materializó delante de su rostro, dándole apenas tiempo para levantar su espada como defensa antes de desaparecer de nuevo. “Maldita sea! Ahora es aún más rápido que antes!” “Kurosaki Ichigo. Si esa velocidad te asusta mejor será que te vuelvas a tu casa. Aquí no serías útil. Las frías palabras de Byakuya resonaron duramente en el joven shinigami. “No estoy asustado, maldita sea!” “En ese caso levantate y emplea a fondo tu espada. Nadie está aquí para jugar, o al menos yo no he venido para eso.” Tras las palabras pronunciadas, sacó su zanpakuto y la blandió frente su calmado rostro. “Shire, Senbonzakura.” La hoja de su espada de dividió en mil pedazos brillantes que semejaban pétalos de flor de cerezo, los cuales rodearon a Byakuya durante unos instantes antes de expandir su protección varios metros a la redonda. Ichigo sonrió. Si Byakuya se estaba poniendo serio, él también debía. “Quedate aquí, Hana. Recupérate antes de volver al combate.” “Es… Espera!” Al intentar levantarse para seguirle el dolor de su abdomen aumentó impidiéndoselo. Ichigo se encaminó tranquilamente hacia la figura de su enemigo, que había aparecido varios metros alejado del grupo. Ahora que había liberado su arma parecía más calmado y seguro de sí mismo. Se llevó la mano izquierda a su rostro, como queriendo arrancarse la piel, y arañó el aire creando una mascara de hollow con la que borraba la línea que separaba los shinigami de esas bestias juntando ambos en un solo cuerpo, en una sola alma. “Esa mascara…” Byakuya ya había visto esa mascara de hollow, durante su encarnizado combate contra Ichigo tiempo atrás. Durante el corto espacio de tiempo que esa mascara se mantuvo sobre el rostro de su por aquel entonces oponente la personalidad de Ichigo fue sustituida por otra muy diferente, con una locura y sed de destrucción imparables. El poder de combate que demostró en ese momento fue superior incluso que el del propio Byakuya, capitán del sexto escuadrón por legado familiar y meritos propios. Si el shinigami había conseguido controlar a la bestia, entonces Ichigo se había vuelto increíblemente poderoso desde la última vez que lucharon. “Quién te crees que eres poniéndote una careta para niños en un combate? Piensas que vas a impresionarme?” Las palabras de Kaminari sacaron al capitán de su fugaz trance. Por muy impresionante que fuera volver a ver esa mascara y esos ojos dorados a través de ella, hasta que no demostrase su poder no iba a darle ningún punto a favor. “Mi intención no es impresionarte, Arashi.” Fue la respuesta de la gorgojeante voz de Ichigo, modificada por su nueva condición. ”Mi intención es acabar contigo.” El mencionado Arashi rió con su voz estridente, dejando bien claras sus dudas al respecto de tal amenaza.”Adelante pues.” Ni siquiera llegó a percibir el movimiento. Donde antes se encontraba su oponente, de pie y mirándolo fijamente, ahora no había más que una ligera nube de polvo. No se lo pensó dos veces y se dio media vuelta levantando su defensa con la lanza a tiempo de bloquear un ataque velocísimo de una katana negra como la noche desde arriba. Pero, aún bloqueando la afilada hoja, la fuerza del golpe empujó al incrédulo señor del rayo hacia abajo hasta estrellarse contra el duro suelo, donde abrió un cráter de poco desdeñables dimensiones. Pero desaparecido el polvo, el enemigo estaba de pie sin un solo rasguño. “Je. Esperaba algo más con la presentación tan veloz que te has hecho. Ahora es mi turno.” Una pequeña nube de polvo fue lo que quedó como testigo de que una milésima de segundo antes hubo algo en el suelo. Haciendo honor a su apellido, kaminari se lanzó veloz, demasiado rápido para que nadie pudiera verle ni sentirle, con la lanza por delante en busca del corazón de su enemigo, un asombrado enemigo que, pese a que sabía que el combate no sería nada fácil, esperaba haber causado más daño con su golpe. Dos costillas se rompieron, el esternón casi siguió el mismo camino, los pulmones exhalaron todo el aire debido al impacto dejando sin respiración a su dueño y el corazón estuvo en un tris de pararse por el impacto. Pero no fue la lanza la causante de los daños. Shihouin Yoruichi imprimió más fuerza en su patada y consiguió devolver al poseedor del sello del rayo al mismo cráter que había abandonado décimas de segundo antes, y esta vez le iba a costar más levantarse. “Te lo he dicho y te lo vuelvo a decir. Tienes un punto débil y es, aparte de tu arrogancia, la misma velocidad que posees.” Hosted by Animexx e.V. (http://www.animexx.de)