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Los sellos elementales

von

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La conspiración

Una figura solitaria caminaba a través de varias estancias, abriendo puertas conforme cruzaba de una a otra. En cada una de ellas, había enormes grupos de criaturas horrendas y, en circunstancias normales, agresivas. Hollows.

Varias decenas de ellos se agrupaban dentro de la mansión en la que se encontraban. Y pronto serían cientos, miles de ellos.

Y todos bajo su poder.

O al menos en teoría.

De momento habían conseguido mantenerlos quietos y que no les atacasen cuando pasaban frente a ellos, pero aún habían algunos casos de sujetos que de repente se lanzaban al ataque, antes de caer pesadamente al suelo con la cabeza cercenada.

En solo cuatro días que tenían los sellos en su poder habían progresado más de lo planeado. A este ritmo, su objetivo se vería cumplido en apenas un par de semanas.

Abrió la última puerta que lo separaba de sus compañeros. En una enorme sala, semejante a una capilla, sentados sobre cómodos sillones alrededor de una mesa redonda, esperaban sus cuatro compañeros, todos ocultos en las sombras. Solo la mesa era iluminada por una luz que provenía de algún lugar del techo. Él mismo estaba oculto en la oscuridad y así seguirían todos. Tal vez fueran cómplices en el robo de los sellos, pero la confianza entre ellos no era muy grande. Esa era la razón por la que acordaron mantener el anonimato incluso entre ellos. Solo se conocían por encuentros encubiertos como ese en los que ningún dato personal asomaba en la conversación. Solo el líder, al menos eso pensaba, sabía quien era cada uno de ellos. Así evitarían posibles traiciones.

Sin siquiera saludarles o siquiera pedir disculpas por su leve retraso, se sentó en su sitio. Empezaba la reunión.

“Cuáles han sido sus primeras acciones?” Le preguntó quien estaba frente a él, con una voz fría.

“Han registrado todo el palacio elemental durante varias horas. Después han prohibido totalmente el uso de los elementos para evitar riesgos innecesarios.”

Una carcajada hizo eco en la estancia

“Como no! Son tan cobardes que no se permiten ni el más mínimo riesgo. A este paso no nos encontrarán nunca.” Quien estaba a su izquierda volvió a reírse con estrépito. Un estúpido según su opinión y, posiblemente, la de los demás.

“No se arriesgan porque tienen mucho que perder si lo hacen. Si empiezan a movilizar a todo el mundo sin planificación alguna, podrían dejar al descubierto la última pieza que nos falta, y eso no se lo pueden permitir. Si hacen los movimientos correctos, podrían incluso encontrarnos y arruinar nuestro plan.” Quien estaba directamente a su derecha era el que mejor le caía de sus cuatro compañeros. Aunque no hablaba mucho, todas sus opiniones eran lógicas y muy bien razonadas.

“No os preocupéis por eso.” Una quinta voz, el segundo por su derecha, intervino en la disputa. Su voz también era tranquila, pero se le notaba demasiado confiado. ”Ya he ajustado los recolectores y he colocado unos filtros. Aunque usemos los sellos no emitirán nada que pueda delatarnos.”

“Entonces podemos usarlos ya?” El idiota de la izquierda mostró su ansia. De los cinco era el que más quería el poder de los sellos, pero a diferencia de los demás quería usarlo para fines más depravados.

Una mirada general recorrió la mesa, donde reposaban cinco objetos encerrados en unos revestimientos artificiales. Solo parte de la energía que desprendían se escapaba por unas rendijas que había en la parte frontal, revelando que poder poseía cada uno.

Frente a él reposaba uno que emanaba una luz blanco-perlada, por lo que le habían otorgado el sello del aire. El de la izquierda tenía frente a sí uno que refulgía con luz dorada, señal de que su sello era el del rayo. Quien estaba a su derecha observaba fijamente su sello del agua mientras que el que había fabricado los revestimientos sonreía ante su sello de la tierra.

Por último, el que se encontraba de frente al del viento, apenas había mirado su sello del fuego. El líder de los cinco, aunque ninguno lo había nombrado como tal, era el más paciente de todos.

“Aún no es el momento. Primero terminemos la reunión. Prosigue.” Añadió dirigiéndose al del viento.

“Si. Tras registrar el palacio, decidieron pedir ayuda al Seireitei. Y se la han concedido.”

Los ojos del líder mostraron su irritación. Habían previsto que pedirían ayuda tal y como había sucedido, pero seguía siendo una molestia.

“Qué tipo de ayuda les han dado?”

“Han mandado varios grupos de búsqueda en los tres planos, el elemental, el espiritual y el humano. En todos los grupos hay Shinigamis sin afinidad elemental y un enviado del mundo elemental para localizar los sellos.”

“De qué os preocupáis tanto? Solo tenemos que matar al grupo del mundo humano y se habrá terminado el problema.” Dijo el del rayo socarronamente, como si discutieran donde colocar una lámpara.

“Si hacemos eso, atraeremos la atención precisamente al mundo humano, pues habrá quedado claro que estamos aquí.” El del agua tiró por tierra los planes del otro de bañarse en sangre. ”Debemos actuar con cautela.”

“Pienso igual.” Convino el del viento. ”Conozco al enviado del mundo humano. Tiene una muy alta puntuación en todos los exámenes. Si dejamos alguna pista podría localizarnos sin problema.”

“Bah! Tonterías. Si tanto miedo os da, yo me encargaré de ese enviado.”

“Te quedarás aquí supervisando el comportamiento de los Hollows.”

El líder dejó bien claro con su orden que no permitiría que sus planes fracasaran por un insaciable instinto asesino.

El idiota se levantó bruscamente del sillón plantando las manos en la mesa en señal de protesta. “Cómo? No puedes hacerme eso!”

“Ya lo he hecho.” Respondió con tranquilidad y añadió. ”Recuerda nuestro acuerdo de aquel día.”

Ante esa mención, el del rayo, al menos por lo que se veía de sus brazos, empezó a temblar. Tras unos instantes se sentó de nuevo y calló.

“Bien. De momento no haremos nada referente a esos grupos. Si los filtros funcionan bien no tenemos que preocuparnos de que nos localicen por las emanaciones de los sellos. Así que simplemente trataremos de que no nos encuentren a nosotros.”

Ante un asentimiento casi unánime, el líder dio por finalizada la reunión.

“Ahora es el momento de comprobar el poder de los sellos.” Se levantó, alargó la mano y cogió el sello del fuego. Todos los demás hicieron un tanto con los suyos y todos al mismo tiempo desenvainaron sus espadas y colocaron los sellos sobre sus hojas, cerca de la empuñadura. Los sellos brillaron más intensamente y transfirieron sus poderes a las espadas y, de ellas, a sus dueños. Estos empezaron a notar como su poder aumentaba prácticamente sin límite.

El del rayo, que había recuperado algo de su autoestima tras su discusión con el jefe, cortó el aire con su espada en dirección a un pilar cercano. Una serie de relámpagos salieron de la hoja e impactaron en el pilar haciéndolo añicos.

Los demás estaban igualmente entusiasmados, pero se limitaron a observar el cambio en el aspecto de sus katanas, que habían pasado del gris típico del metal al de cada uno de sus sellos.

“Bien, veo que los limitadores funcionan correctamente.” Comentó en voz alta el científico.

El del rayo, que ya se le había subido el poder a la cabeza, se horrorizó al oír la palabra “limite” relacionada con su recién adquirido poder. “Limitadores? Acaso tenemos poder limitado?”

“Así es. El poder de los sellos resulta demasiado grande incluso para mis conocimientos. He tenido que mezclar kidos de atadura de energía con materiales que la contienen en grandes proporciones. Y aún así pueden resultar algo peligrosos.”

“En que sentido pueden serlo?” Preguntó el del agua.

“Al nivel que están liberados ahora no hay peligro alguno. Mis contenedores mantienen el poder encerrado pero los limitadores permiten la liberación continua de su energía según sea necesaria. Cuanta más energía demandemos al sello más nos otorgará.”

“Y que hay de peligroso en eso?” La pregunta del líder era clara, no quería que su compañero se andase por las ramas.

“Nuestras zanpakutos son los canales por los cuales nos llega el poder de los sellos, pero no están preparadas para soportar un gran torrente de energía como la que emiten. Si sobrepasamos cierto límite de energía, las zanpakutos se romperán y la energía de los sellos pasará directamente y sin freno alguno a nuestros cuerpos, destruyéndonos sin remedio.”

“Cómo sabremos el límite al que podemos llegar?” Preguntó el poseedor del viento.

“Fijaos en los armazones.” Explicó mientras levantaba su espada y señalaba tres rectángulos paralelos en una esquina de los contenedores. ”Ahora que los hemos activado, estamos usando un nivel de energía de los sellos equivalente a nuestro propio nivel de reiatsu, que yo llamo nivel uno.” Añadió señalando el primer rectángulo que brillaba con la misma luz marrón que su sello. ”Si voluntariamente usamos más poder, liberaremos el nivel dos, que equivale al doble de nuestro nivel normal. Pero el problema está en el tercer nivel, pues la cantidad de energía continua liberada es de una magnitud que, como he dicho antes, me ha costado mucho contener. Durante unos minutos seriamos unas cuatro veces más poderosos, tal vez más, pero tras ese tiempo nuestro cuerpo se volatilizaría.”

Todos escuchaban con mucha atención, sobretodo el líder y el poseedor del sello del agua. La perspectiva de volatilizarse no era muy agradable para ninguno. El del rayo dudaba que eso pudiera pasarle a él, pero incluso en su egocéntrico cerebro esa idea caló hondo.

“En ese caso, y ya que para cumplir nuestro plan necesitaremos la presencia de todos nosotros, prohíbo que nadie busque enfrentamientos, por la causa que sea. Si los enemigos se acercan, huiremos en la medida de lo posible. Debemos evitar tener que caer en la tentación de usar el nivel tres.”

Todos asintieron de acuerdo con la orden, salvo el del rayo que no hizo gesto alguno.

“Ahora que este paso está dado, debemos volver a nuestras responsabilidades. Tú vuelve al palacio elemental y sigue consiguiendo información.” Dijo al del viento antes de volverse al del agua. “Patrulla los alrededores e infórmame de si el grupo destinado a este mundo se acerca demasiado.”

El aludido asintió con la cabeza y se volvió para marcharse.

“Continúa preparando la fase final. En cuanto consigamos la pieza que nos falta, debe de estar todo listo.”

El aludido poseedor del sello de la tierra asintió y también se marchó a su laboratorio.

“Tú ya conoces tu propósito. Cúmplelo y tendrás tu parte acordada.”

El del rayo volvió a sumirse en un estado de sumisión y asintió, yéndose a las habitaciones donde los hollows aguardaban.

El del viento también se giró para marcharse. Ahora tenía el sello del viento en su poder. Hasta que no obtuvieran la ultima pieza que les faltaba no podrían usarlos en su pleno potencial, pero de momento sería suficiente.

Solo tenían que esperar un poco más…



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Kommentare zu diesem Kapitel (1)

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Von:  iodel11
2010-12-15T19:16:16+00:00 15.12.2010 20:16
Mmmmmhhh.... un capi interesante, si señor... a ver para cuando el siguiente, que ahora ando con la curiosidad ahi ahi... un abrazo ^^ y felicidades por un fanfic bien hecho, bien redactado, y MUY bien pensado ;)


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