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Los sellos elementales

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El robo

Una sala oscura, sin una sola fuente de luz. Los ojos del espadachín consumado, hasta hace unos segundos observando cada movimiento del enemigo, ahora no veían nada más que oscuridad. Adoptó una postura defensiva, tratando de, ya que no podía ver, al menos oír algún sonido o incluso sentir el reiatsu. Pero incluso eso sabía que no funcionaría.

El enemigo había entrado en la sala del fuego sin que ningún guardia advirtiese su presencia. Sus pasos habían sido totalmente silenciosos, y su reiatsu no se notaba ni aunque se estuviese a tres pasos de él. De no haber sido porque, en un acto instintivo, el espadachín se había volteado a ver la sala antes de cerrarla del todo, no habría visto al intruso dentro de ella y cogiendo el sello elemental.

Cómo había conseguido su enemigo encerrar la habitación en esa total oscuridad no lo sabía, pero no podía quedarse quieto a descubrirlo. Si conseguía llevarse el sello fuera del palacio, sería una catástrofe.

Armándose de valor, se lanzó de frente en una feroz estocada, esperando encontrarse a su enemigo de frente y derrotándolo con ese golpe.

Demasiado esperaba de sí mismo.

Apenas había recorrido dos metros cuando un fulgor intenso surgió de enfrente, casi cegándolo. Pero sus ojos, al contrario de lo que debieran hacer debido al dolor producido por la luz, se abrieron por la sorpresa. Cómo era posible? Solo el comandante podía liberar el poder de los sellos!

Pero aun siendo imposible, una llama bien real y ardiente envolvió su cuerpo, quemándolo antes siquiera de que un solo grito saliese de su abrasada garganta…
 

La noche era tranquila para el vigilante. Demasiado. Durante todo el mes no había sucedido nada. Cierto era que ni siquiera tenían problemas con los Hollows, ya que los shinigamis, los expertos guardianes del mundo espiritual, se ocupaban de ellos, pero alguna vez se conseguía colar uno. Cierto era también que, cuando esto pasaba, no duraba mucho viendo el grandioso mundo elemental, ya que cualquiera de los vigías, incluso él mismo, lo derrotaban con gran facilidad. Pero tanta inactividad lo aburría.

Más le valdría no haber deseado actividad alguna.

Un fénix llameante apareció delante de él. Tal vez era un reporte rutinario, pensó el vigía. Ni mucho menos.

"Mensaje urgente del comandante en jefe a todas las unidades! Se han detectado intrusos en las salas de los cinco elementos! Impedid su huida a cualquier precio! Repito: Mensaje…"

El vigía no podía creer lo que estaba sucediendo. Las salas de los cinco elementos, las más protegidas de todo el mundo elemental, habían sido invadidas!

Sin perder un segundo, desenvainó su katana e invocó su poder mediante el Shikai, el cual transformaría su arma en unas grebas, unos guanteletes y un casco hechos de puro fuego, que le permitirían desplazarse rápida y directamente al castillo y buscaría a los intrusos.

Pero nada sucedió. Qué ocurría? Repitió la invocación y esta vez algo ocurrió, mas no era lo que esperaba. Las llamas no se quedaron en sus pies, manos y cabeza sin provocarle ningún daño, sino que rodearon todo su cuerpo y empezaron a quemarle.

Gritos cercanos a él le informaron que situaciones parecidas ocurrían por doquier.

De poco le servía saberlo ante las puertas de la muerte.
 


 

"Vamos, Rukia! Se está escapando!"

"Espera, Ichigo! Tenemos que intentar rodearle o volverá a escaparse en cuanto lo alcancemos!"

"Maldita sea! Ya lo sé! Cómo puede ser tan rápido?"

Los dos shinigamis saltaban en el aire persiguiendo a un Hollow endemoniadamente rápido que flotaba como ellos por delante. Su forma, una mezcla de cuerpo de reptil, patas de león y cabeza de toro, se veía ahora lejos por su velocidad ahora cerca por haberse detenido antes de repetir el proceso. Daba la impresión de estar disfrutando de este juego del ratón y el gato.

Y a estos gatos no les gustaba nada el juego.

"Vuelve aquí, maldito!", Gritó Ichigo mientras se concentraba en redoblar sus esfuerzos al ejecutar los Shunpos, con los que trataba de acercarse a su presa. "Te vas a enterar! GETSUGA TENSHO!". Golpeando el aire con su enorme espada salió de ella una hoz de energía azulada, la cual recorrió a gran velocidad a distancia que separaba al shinigami de su presa e impactó en el huidizo Hollow. "Si! Se acabó!"

O eso parecía.

Despejada la humareda, la figura del Hollow seguía intacta y hasta parecía reírse de la ridiculez del ataque.

Pero se había parado más de lo que debía.

"MAE, SODE NO SHIRAYUKI!"

Rukia había aprovechado ese lapsus para colocarse debajo del Hollow con a intención de liberar su zanpakuto y, con su poder, congelar al molesto monstruo. En la mente de Ichigo, la imagen de la victoria ya era clara. La columna de hielo en la que Rukia pretendía atrapar al Hollow era prácticamente inquebrantable. No podía escapar.

Pero, en vez de transformarse la katana en una hermosa zanpakuto hecha de nieve pura, el brazo de Rukia empezó a cubrirse de hielo dañino para ella.

"Pero que pasa? Qué ocurre?"

Ichigo observaba la escena, confuso. "Rukia! Qué te ocurre?"

Como respuesta, un grito de dolor de su compañera rasgó la tranquilidad de la noche. La mitad de su brazo estaba a merced del hielo.

Un rayo de esperanza cruzó el cielo en forma de flecha de luz, impactando certeramente en la zanpakuto descontrolada y rompiendo el hielo, salvando la vida de la shinigami.

Los ojos de la pareja buscaron el origen de su salvación, encontrándolo en un joven arquero que ambos conocían. "Ishida!"

El aludido observó por un instante al Hollow y, sin esperar más, apuntó con su fiel arco en su dirección. Donde antes solo había aire, una flecha hecha de reiatsu apareció en el arco, lista para ser disparada. Pero no salió una solitaria flecha al encuentro de su objetivo, sino un millar de ellas, todas en la misma dirección y con el mismo objetivo.

Por muy rápido que fuese, al Hollow le era imposible evitar tal ataque. Todas las flechas impactaron y le destruyeron.

"Como siempre, soy yo el que se encarga de los Hollows contra los que no puedes. Y eso que este no era prácticamente nada del otro mundo." Dijo Ishida mientras se colocaba bien las gafas.

"Muy gracioso. Yo sólo hubiese podido con él. No hacía falta que te entrometieras."

"Claro, claro. Por eso cada vez que conseguías alcanzarle, se te escapaba. Llevo un rato siguiéndoos, sabes?"

Antes de que pudiese replicar, la atención de Ichigo fue derivada a un asunto más importante debido a un gemido de dolor.

"Rukia!"

Shinigami y Quincy se acercaron a su amiga, preocupados. Pese a que la congelación no se había extendido al no tener contacto con la zanpakuto descontrolada, el hielo seguía aprisionando parte del brazo, y el resto empezaba a amoratarse debido al frío.

"Qué demonios ha sucedido?" Preguntó Ichigo preocupado.

"Deja eso para después. Tenemos que llevarla a casa de Inoue para que la ayude."

El joven shinigami asintió con la cabeza y, cargándola a su espalda, llevó a su compañera a través de la noche, notando el brazo congelado golpeándole la cadera y a su amiga tiritando de frío.



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